La pieza que falta

En mi paso por la facultad de medicina aprendí que los hombres somos seres » biosicosociales». La parte «bio» se refiere al cuerpo a todo lo tangible, a los músculos, los huesos, las neuronas, la genética, el ADN, etc; es decir, el conjunto de los sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo. Aquello que tiene extensión limitada, perceptible por los sentidos.
» Sico«, decían mis maestros, es la parte sicológica, la que no se puede tocar: el alma humana, sus facultades y operaciones. Es la manera de sentir de una persona y todo aquello que se refiere a la conducta.

Cuando las personas establecen relaciones entre ellas o con cosas, ideas o hechos, exponen su área social. El último componente de ese raro adjetivo dado a los seres humanos para tratar de entenderlos.

Hace ya varios años ejerzo mi profesión, en este tiempo he entendido que esta definición es incompleta. Falta una pieza muy importante. Esa parte que nos permite relacionarnos de forma correcta con nosotros mismos, con los demás y con ese gran ser, superior, maravillo, creador…

Diría que todo hombre es «biosicosocioespiritual«. Sí, falta esa parte espiritual que nos conecta con Dios, pero que en muchos está latente esperando ser activada. Esa parte que nos hace funcionar con nuestro pleno potencial. Esa parte que controla las otras tres. Por ejemplo, el espíritu activado hace que cuidemos nuestro cuerpo, que seamos responsables al tomar medidas efectivas para prevenir enfermedades. Nos hacer llevar un estilo de vida sano. Esa parte que, activada, nos permite relacionarnos mejor con los demás y, por sobretodo, con Dios.

Sólo hay una manera de dejar que esa parte deje de ser «un accesorio latente» y sea una pieza fundamental para obtener grandes cosas. Entre ellas la más relevante: la salvación.
Lo que hay que hacer es tan sencillo que tenemos la tendencia a subestimarlo. Es sencillo pero transformador. Es tomar el activador y ponerlo en el lugar más importante de nuestro corazón.

Ese activador se llama JESUCRISTO; su obra en la cruz y su resurrección tienen esa capacidad única de completar la vida de cualquiera que lo haga. Él nos hace completamente funcionales.

«En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto. Y los que somos de Jesucristo ya hemos hecho morir en su cruz nuestro egoísmo y nuestros malos deseos. Si el Espíritu ha cambiado nuestra manera de vivir, debemos obedecerlo en todo. No seamos orgullosos, ni provoquemos el enojo y la envidia de los demás por creernos mejores que ellos». (‭Gálatas‬ ‭5‬:‭22-26‬ TLA)

Oscar Mendoza. Médico General.
Pastor auxiliar Centro Cristiano Empresarial Fe en Acción

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1 respuesta

  1. Alfredo Barrios dice:

    Me gusta el hecho de que al conocer a Dios nuestro entendimiento tiene una visión y definición más completa de toda realidad. No somos acríticos, ni críticos necios solo como lo menciona Oscar en «La pieza que falta» creemos que hay definiciones incompletas debido a que la antropogonía como en este caso es incompleta. No hay nada completo si falta Dios. Incluso una sencilla definición.

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